El calendario litúrgico se forma de dos partes: el propio del tiempo, que depende fundamentalmente de las estaciones del año, del calendario lunar y de la acomodación de las semanas; y el propio de los santos, que sigue fundamentalmente el calendario solar. Ambos se tienen que ir combinando para saber qué celebrar cada día.
Aquí puede encontrarse el propio de los santos del calendario litúrgico romano general. Hay que señalar que este calendario puede ser modificado. El calendario con los cambios se llama calendario particular. Hay calendarios particulares de los continentes, de los países, de las iglesias particulares y de las congregaciones religiosas. Se puede modificar el grado de una celebración (una memoria se vuelve solemnidad, por ejemplo), se puede trasladar a otro día, o se le pueden añadir conmemoraciones particulares.
